“Ocupadísimo”
“A mil”
Se han vuelto las respuestas más comunes cuando le preguntás a alguien "como estás.”
¿Qué tipo de respuesta es ésa? ¿Quién no está ocupado en estos días? En esta vida, si no estás ocupado, probablemente estás deprimido, así que estar ocupado debería ser una buena señal. Pero la palabra también sugiere otra cosa: se transforma en una queja, una barrera, una pantalla, una excusa para otros o para nosotros mismos. Si “ocupado” fuera una buena señal, como "estoy bien", por qué no decir eso mismo? Es como si la única manera de dar importancia a nuestras vidas fuera comparando cuan duro trabajamos, y no cuánto disfrutamos los resultados de nuestro trabajo. ¿Podemos realmente enorgullecernos de no tener tiempo para disfrutar?
Los seres humanos hacemos cosas desde siempre como un medio de supervivencia y para darle sentido a nuestras vidas. El problema es que en el camino alguien se avivó de cómo aprovecharse de esa disposición natural, para explotarla, para oprimirnos y manipularnos, para que tengamos que vivir para el trabajo en lugar de trabajar para vivir. El trabajo, como el dinero, es un medio, no un objetivo.
Hace un tiempo, mimetizándome con lo que me rodea, yo también empece a responder "estoy tan ocupada" pensando que los demás apreciarían más mi tiempo y mis actividades cuanto más ocupada estaba. Luego me dí cuenta de que valorar a la gente por cuántas horas corren de acá para allá persiguiendo una agenda imposible, incluso para pasear los fines de semana, o de vacaciones, o para socializar, era una idea estúpida. No quiero que me reconozcan por eso. No quiero tener un turno de quince minutos para ponerme al día con una amiga. No quiero el estrés sin sentido. Me gustan los espacios, los silencios, el vacío aparente entre una cosa y la siguiente, el momento mágico en que me inspiro, o recuerdo algo que había olvidado, o tengo una nueva idea, o una realización, o contemplo lo que me rodea, o simplemente estoy sin otro motivo que existir.
Desafortunadamente hay mucha gente que no tiene otra opción que trabajar horas interminables hasta el agotamiento para ganancia de alguien más, y eso no es algo de lo que enorgullecerse: es una tragedia. Pero el día en que nos transformamos en nuestros propios esclavos posponiendo el placer, la tranquilidad, la salud y los afectos, en nombre del éxito, de la adaptación social, de competir, consumir, por avaricia, o sólo por ocultar nuestro miedo a enfrentar el misterio de nuestra propia existencia, ese día realmente estaremos jodidos.
“Busy”
“Busy, busy, busy”
“Crazy busy”
They have become the most common responses you get when you ask someone “how are you.”
What kind of response is that? Who isn’t busy these days? In this life, if you’re not busy you’re probably depressed, so to be busy should be a good sign, and it apparently is. But the word implies something else: it becomes a complain, a barrier, a screen, an excuse for others or for our own selves. If “busy” is a good sign, like “I’m doing good”, why not just say that? It’s as if the only way to give importance to our lives is by comparing how hard we work, and not how much we enjoy the rewards of working. Can we really be proud of not having time to enjoy life?
We, human beings, do things as a means for survival and to give our lives purpose. The problem is someone along the way realized how to take advantage of this natural disposition, to exploit it, and manipulate us so that we live to work instead of working to make a living. Work, like money, it’s a means, not an objective.
A while ago, mimicking my surroundings, I as well started responding “I’m so busy”, with the idea that the busier I was, the better people would value my time and activities. Then, I realized that appreciating people by how many hours they run around trying to follow an impossible schedule, even to go out on weekends, or on vacations, or to socialize, was a stupid idea. I don’t want to be recognized that way. I don’t want a fifteen minute appointment to catch up with a friend. I don’t want unnecessary stress. I like the spaces, the silences, the apparent emptiness between one thing and the next, that magical moment when I get inspired, I remember something I had forgotten, I have a new idea, or a realization, I contemplate what’s around me, or I simply “am” without any other reason besides existing.
Unfortunately a lot of people don’t have another choice than to work endless hours until reaching exhaustion for someone else’s profit, and that’s nothing to be proud of: it’s a tragedy. But the day we become our own slaves postponing pleasure, tranquility, our health and our love ones, in the name of success, social adaptation, competition, consumerism, greed, or just to cover our fear to face the wonders of our own existence, that day we’re really fucked.
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