Friday, April 17, 2009

Reciclar - Recycling

Crecí en un tiempo en que las bebidas venían en botellas de vidrio que, una vez vacías, guardábamos para devolver y así ser re-utilizadas por la compañía que vende dichas bebidas; y si las botellas por alguna razón eran ‘no-retornables’, se usaban para poner agua de la canilla en la heladera, o las adoptábamos como floreros. Una caja de chocolates servía para guardar cartas (una vez que nos habíamos comido todos los chocolates, por supuesto), y el papel de envoltorio de regalos recibidos siempre era guardado para futuros regalos. Reciclar era simplemente parte de la vida diaria.

Hoy en día, reciclar es sinónimo de ser concientemente ecológico, pero creo que es algo más; es un ejercicio de la memoria y un entrenamiento de la creatividad.

Cuando tiro papel, plástico o vidrio en el tacho de basura reciclable, estoy poniendo el cuidado del medio ambiente en manos de alguien más. Confío en que alguien se encargara, y así puedo olvidarme.

Guardar “basura” para darle otro uso, no solamente la da un nuevo sentido al objeto, sino que también pone mi a trabajar mi ingenio. Transformo el objeto, y de alguna manera me transforma a mí. Lo mantengo cerca en lugar de deshacerme de él, y derrepente, cuando ha perdido su propósito, lo descubro y se vuelve distinto. Quizás recuerdo dónde lo encontré, cómo lo obtuve, quién me lo dio, o algo que sucedió mientras lo usaba en su función original.

Los objetos, al igual que los lugares, también tienen alma. Crear con algo “de descarte” me ayuda en el proceso creativo. Incluso si ese objeto no tiene una particular importancia para mí, tiene su propia historia y me cuenta de su vida pasada. Aun más, una vez que forma parte de una obra de arte, genera una conversación más enriquecedora con el publico, tal vez ayudándolos a recuperar recuerdos o simplemente poniéndoles a trabajar la imaginación.

En este último tiempo, he recibido como regalo objetos en desuso de otra gente que se ve muy entusiasmada en donarlos para uso artístico. Puede ser que alguna vez se hayan encontrado frente a obras de arte ‘reciclado’ y están empezando a ver estos objetos, que hasta ahora eran solo para tirar, de una manera diferente. Quizás no saben qué hacer con los objetos de descarte, pero el hecho de que los guardan me hace pensar que algo los ha inspirado y han comenzado a explorar su propia creatividad. Así como cuando rescato un objeto inservible y pienso: “hmmm... qué interesante... ¿qué podré hacer con esto?”


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I grew up in a time when beverages came in glass bottles that, once they were empty, we saved and returned so that they could be reused by the companies selling the drinks; and if the bottles were for some reason ‘non-returnable’, they were used for the tap water we put in the refrigerator, or adopted as flower holders. A box containing chocolates would be saved to keep letters (after we ate the chocolates, of course), and the wrap paper from any gift we received was always saved for future presents to give. Recycling was just part of everyday life.

Today, recycling is synonymous of being consciously eco-friendly, but I think is more than that; it’s an exercise of memory and a good training of creativeness.

When I throw away paper, plastic or glass on the recycle trash can, I’m putting the care of the environment on someone else’s hands. I trust someone will take care of it, and that way I can forget about it.

Saving “trash” to give it another use, not only gives the object a new meaning, but also puts my mind to work in an ingenious way. I transform the object, and it transforms me somehow. I keep it close to me instead of getting rid of it, and all of the sudden, once it lost its original purpose, I discover it and it becomes different. I may remember where I found it, how I got it, who gave it to me, or something that happened while it was used for its intended function.

Objects, like places, have a soul too. Creating something with a “useless” thing helps me in the creative process. Even if it didn’t have a particular importance to me, it has its own story and tells me of its past life. More so, once it belongs to a piece of art, it creates a richer conversation with the audience, it could be that helps them recover lost memories or simply puts their imagination to work.

Lately, I’ve received the gift of other people’s trash, who seem very enthusiastic in donating it for an artistic purpose. It’s possible that they have seen ‘recycled’ art before and now are starting to see these objects, that until now were only garbage, in a new way. Maybe these people don’t know what to do with the discarded objects, but the fact that they save them makes me think they are inspired too, and are already starting to explore their own creativeness. Just like when I rescue a useless object thinking: “hmmm... this looks interesting... what can I do with this?”


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